Todos los días a la siesta, Carlos Marx se sienta en un cantero de la peatonal y lee El Capital. Mi hermana Aimé quiso retratarlo una vez, pero él se rehúso; incluso conocía el número de ley que vela por su derecho a la privacidad.
Once (micrónica)
Mientras está sentado leyendo, el pequeño mundo de su alrededor parece detenerse. La Historia se escribe a medida que él pasa las páginas, al igual que estas palabras. Sin embargo, un día de éstos, Marx terminará de leer El Capital y no tendrá más remedio que volverse a morir su muerte.
antü | diez
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